viernes, 18 de noviembre de 2011

SUPERAR LA CRISIS

Capítulo 1328

En estos días se debate sobre la conveniencia de que sean políticos los que gobiernen o, por el contrario, tecnócratas sin presunta rémora ideológica. Y yo afirmo que en todo caso lo que resulta primordial es que se trate de emprendedores: personas formadas en la gestión de recursos humanos y materiales y hechas a si mismas en la toma de decisiones que contemplan situaciones de riesgo. Los “pecados” de la gestión directiva de todos los Presidentes de Gobierno y staffs directivos ministeriales se resumen en uno: su pasado como registradores de la propiedad, notarios, inspectores de trabajo... personas brillantes en la acumulación de conocimientos que les llevaban a aprobar las oposiciones en puestos de privilegio pero con experiencia nula como empresarios. Cualquier firma comercial resistiría durante poco tiempo su presencia al mando con planes operativos fundamentados en deseos y en juramentos de hacer las cosas como Dios manda, sin entrar en mayores profundidades. Los que después de dejar el poder han recalado en empresas privadas lo han hecho a cambio de favores y de posicionamientos alineados, pero todos se limitan a cobrar porque en su mayoría su implicación en la gestión empresarial sería un cáncer.
Por tanto España y Europa necesitan de gestores para superar una crisis económica provocada por una crisis de modelo y detonada por la alimentación especuladora de las Grandes Agencias de valoración que trabajan con sus dictámenes para sus grandes clientes –el dinero no para nunca- y también para favorecer la economía de unos Estados Unidos de América que viven por encima de sus posibilidades como ninguna otra nación sabiendo que la Reserva Federal tiene una máquina de fabricar billetes lista para los momentos difíciles sin necesidad de respaldo de oro. Unas agencias que calificaban la solvencia de Lehman Brothers con AAA el día anterior a la explosión de la crisis y que, sin embargo, ponen en solfa la capacidad de pago de España que tiene una deuda pública casi tres veces menor que la estadounidense.
Dado que ni los EE.UU., ni sus primos en Europa, ni las economías emergentes tienen interés por caminar a un escenario mundial con la misma moneda y las mismas reglas de juego, llegó la hora de darle al fabriquen de billetes en Bruselas e inyectar desde el Banco Central las economías amenazadas por el tiburones comprando bonos con intereses superreducidos. Al mismo tiempo, legislar para que la Bolsa no sea una cueva de ladrones, prohibiendo indefinidamente invertir apostando a que un valor va a bajar su cotización para frenar las operaciones a corto que buscan ganancias con el hundimiento de un valor.
La huella de la joven democracia USA es alargada. Obama da tirones de orejas a Europa para que ataje sus problemas con la deuda. No quiere que Wall Street se vea salpicada. Pero no es el más autorizado moralmente para exportar modelos. A pesar de su máquina de hacer dinero allí hay cuarenta millones de ciudadanos bajo el umbral de la pobreza y dependiendo de la caridad para comer y para que un médico les atienda. A lo largo de la historia vaqueros dirigentes con sus caballos revivieron escenas del viejo Oeste pistolerista alimentando golpes de Estado en medio mundo para instalar a gobiernos amigos, declararon guerras para tomar por la fuerza recursos gasísticos y petroleros, imprimieron billetes para subvencionar a sus productores al tiempo que arancelaban a Hispanoamérica para obligarla a malvender o morir... y se coaligaron con Londres para nutrir a una oligarquía que quiere vivir sin trabajar. Entre los senadores estadounidenses no hubo uno solo que se dignara a defender la causa de la minoría negra que fue borrada del censo de electores de Florida para que ganara Bush. Sólo un hijo de los quinientos y pico senadores se alistó en un ejército formado por jóvenes de familias desesperadas por el paro prolongado. En ese contexto de crisis aguda para tantos americanos un ciento de ricos archimillonarios piden que se les cobren más impuestos, con la negativa de los republicanos de por medio.
Bien, eso es lo que precisa también Europa: impuestos sobre las grandes fortunas, que pagan menos a través de ese invento de las SICAV que un asalariado medio. Y acabar con los blindajes en grandes empresas y bancos, sostenidos aun cuando hayan tenido que ser ayudadas con el dinero de los contribuyentes para salvar los puestos de trabajo después de una gestión nefasta y en connivencia con la falta de labor inspectiva o el silencio de los órganos reguladores y del Banco de España.

(Continuará en el capítulo 1329)


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