jueves, 17 de febrero de 2011

EN MATERIA DE SEXO

En materia de sexo muchos hombres se obsesionan con el tamaño. Y sí, importa. Pero lo que de verdad cuenta más es el músculo neuronal. El cerebro ordena y manda, y lo hace con mayor o menor complejidad y potencia dependiendo del individuo y de sus circunstancias. Y es aquí, aun guardándome de generalizaciones, donde hombre y mujer desarrollan comportamientos bien dispares.
En el sexo masculino la vista eclipsa a los otros sentidos y a menudo también el juicio crítico. Las féminas, en cambio, aunque también se sientan atraídas en primera instancia por unas buenas proporciones, son proclives a rascar antes para ver después lo que hay dentro del envase. Y no digo yo que el sexo por el sexo no esté bien en muchas situaciones en las que pasar un rato de goce es lo más trascendente. Pero en el juego de la seducción que lleva a deleites sutiles y duraderos las mujeres se toman su tiempo para extraer la mayor información posible del hombre. Manejan los secretos de la información verbal y, sobre todo, de la gestual, de las expresiones del rostro pero también de las manos, en donde aprecian el grado de inteligencia, de pasión, de egoísmo o de entrega. Aprecian el sentido del humor, la filosofía de la vida, la coherencia, el grado de madurez, la capacidad para vivir los tiempos: el del clímax pero también las prórrogas, los descuentos, el día después... aprecian la atención a los detalles, la visión periférica, la delicadeza bien administrada, sin caer en el empalago.
Esta riqueza de matices en el desempeño sexual de las mujeres se corresponde con una geografía erógena que no descarta parte alguna de la anatomía, mientras que el macho, sobre todo el heterosexual, obsesionado con la penetración, se auto-limita a la estimulación de las zonas pélvicas: el hombre, lineal, directo, focalizado y con menos atracción hacia los preliminares. La mujer, tanteadora, hábil en el juego de ritmos y distancias, exigente en los detalles, con todos los sentidos aguzados... sin querer caer en generalizaciones, suprema en el juego erótico.
Dejo para otro artículo la convicción de que los homosexuales aportan también ese plus de naturaleza inquieta en este campo donde muchos heterosexuales han atrofiado sus aptitudes y, sobre todo, actitudes, por razones educativas y culturales.

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