viernes, 4 de febrero de 2011

Jungla laboral: en tiempos de crisis el acoso se dispara

La crisis económica, la amenaza de “amortización” de puestos de trabajo en las empresas, en un contexto generalizado de reducción del consumo interno y también de las exportaciones, está reavivando un fenómeno que tradicionalmente ha contaminado las relaciones en el seno de las organizaciones: el de trepar, hacerse un hueco en detrimento de otros compañeros con el empleo de artes sucias: difamación, deslealtad y acoso en sus formas más diversas y sutiles.
El miedo a quedarse sin empleo alienta actitudes perversas contrarias a la dinámica del trabajo en equipo, sobre todo en organizaciones pequeñas y medianas de este país, poco educado para implementar medidas de afrontamiento de los conflictos de personal que tienen su origen en movimientos de deslealtad, mentira y traición desde la ansiedad egocéntrica y el mismo pánico que inspira el descenso de la cuenta de resultados. Nada que ver con los modelos austriaco y alemán, donde los trabajadores suscriben en situaciones de crisis una reducción de su horario laboral y , porcentualmente, de su salario para que nadie sea despedido.
Si a la situación de precariedad se suman ingredientes como la ambición desmedida, el ansia de poder y la práctica del amiguismo que rentabiliza favores, el caldo de cultivo para el afloramiento del “mobbing” está servido.

Me refería no hace mucho un amigo una experiencia muy dura: recordaba que en una época trabajaba en una empresa que pasó a ser succionada por una multinacional poderosa en el sector. A pesar de pertenecer a la organización absorbida fue promovido a jefe de equipo en reconocimiento a su trayectoria exitosa durante años al frente de la delegación. A partir de ahí sufrió un acoso continuo y tormentoso por parte de dos compañeras del sello potente, al tiempo que, sin él saberlo, iban construyendo un castillo de infamias que remitían a la Central a través de un directivo que les hacía de puente: robo, apropiación de artículos de plata, absorción y reserva de fuentes de información y, finalmente, acoso sexual, eran algunas de las acusaciones que vertieron contra su persona. Se enteró muy tarde, a partir de una citación para despedirlo. Pero tuvo la fortuna de que el encargado de comunicarle la noticia lo escuchó y atendió su demanda de un careo con las acusadoras, al que no se presentaron. Aquello lo desgastó en lo personal pero la verdad se trasparentó y su honor quedó a salvo. No así su ejecutoria: fue advertido seriamente por no haber tomado medidas ni informado acerca de la negativa constante de sus subordinadas a reconocerlo como jefe de equipo y ya nunca nada fue igual, para él, que antes de haber ocurrido tan lamentables sucesos.

Por desgracia no siempre es posible identificar a tiempo y desenmascarar a esos acosadores y acosadoras que infectan empresas, negociados, organizaciones...
Con demasiada frecuencia el daño que han hecho a la proyección de la empresa es irreparable cuando esta lleva a cabo medidas de reajuste, casi siempre tardíamente en entornos de mayor tamaño donde las responsabilidades en la toma de decisiones están más diluidas.
Los recursos humanos son el mayor capital de la empresa, la correa de transmisión para asegurar las propias fortalezas, identificar y explotar las oportunidades en un proceso de alcance y aplicación del conocimiento de que es lo mejor que puede hacerse en cada momento y como hacerlo –“Know how” para los autores anglosajones-.
En España la reconversión pendiente de la economía del ladrillo hacía la de las nuevas tecnologías y la industria del aprovechamiento del ocio precisa en gran medida de la implementación en el mundo de la empresa y también en el de la función pública, de los mejores métodos de selección de recursos humanos adecuados a cada perfil, y de la aplicación de modos de evaluación previa, psicotecnia, seguimiento, evaluación y valoración del desempeño de funciones individualizado y en relación con el contexto.
Saldrían ganando las tesorerías públicas y privadas, se daría una salida profesional a educadores sociales y psicólogos clínicos especializados en el mundo de relaciones laborales y se mejoraría la salud en el trabajo. Porque detrás de cada acosado, sea por compañeros, sea por el jefe, hay un drama personal.

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