lunes, 3 de mayo de 2010

LA AUTORIDAD DEL PROFESOR EN LA ESCUELA

Se anuncian medidas encaminadas revestir de mayor autoridad al personal docente y frenar el crecimiento exponencial de la violencia en los centros educativos y en las mismas aulas.
Se me antoja que la autoridad que la ley confiere a los profesores sería suficiente si todo el mundo la respetara. No se trata tanto de dotar de mayores atribuciones disuasorias del uso de la violencia por parte de los alumnos, como de poner los medios el Estado, la Administración autonómica y el Consejo escolar, para que los alumnos y sus padres tomen conciencia de que la autoridad, que emana de la sabiduría, la experiencia y la profesionalidad, está encarnada en el centro en los profesores en la misma medida que en los hospitales descansa en los médicos y no en los pacientes o sus familiares.
El buen ejercicio de la docencia está sujeto a inspecciones y apoyado en un trabajo de equipo, coordinado. Por tanto, la existencia de garbanzos negros en el seno de los equipos docentes se da en un porcentaje excepcional, no más alto que el propio de otras profesiones en las que se trabaja con algo tan importante como los individuos. ¿Donde buscar entonces las razones para la pérdida de autoridad de los maestros en la escuela?
Sinceramente no hay que ser muy sagaz para darse cuenta que la violencia está presente en la sociedad y que hay un clima de pensamiento vendido como divergente en series televisivas y personajes famosos de medio pelo y que no es sino el ejercicio fácil de la violencia verbal y física carente de argumentos para captar audiencias proclives a reflexionar poco y pensar menos aún antes de actuar.
La violencia es mamada por los niños en el hogar, se destila en las conversaciones de los padres, sea entre ellos o sea hablando de los vecinos del tercero. En los medios de comunicación, en la calle, en los espectáculos deportivos, en la actitud de los modelos tomados como referentes hay toneladas de violencia. Se emite una serie de dibujos animados al mediodía, muy vista por críos de todas las edades (“Padre de familia”), en la que el padre le llama zorra a su hija y le vomita encima si ella intenta agradar, o el hijo pequeño intenta acuchillar a la madre por tratarlo como a un bebé cuando a el lo que le gusta es tomar whisky y hacer negocios con la mafia en los clubes de alterne. Mi hija de diecinueve años se ha quejado al defensor del pueblo y a las cadenas y sólo obtiene respuestas en el sentido de que se agradecen sus sugerencias.
Con este escenario los profesores lo tienen muy difícil para encontrar complicidad y colaboración para conducir el comportamiento de los niños y adolescentes en los padres, a los que las más de las veces les resulta insufrible pensar siquiera en tener que admitir y atender posibles problemas “de los hijos” con los que ya tienen en el trabajo, para llegar a fin de mes o de relación con su pareja. Es más fácil dar credibilidad a la versión de los hijos cuando llegan noticias malas del centro, despreciar a priori la profesionalidad del enseñante y hacer frente común con ellos incluso antes de acudir a la cita con el tutor/a. Figura esta, no lo olvidemos, que representa a un verdadero mediador entre la familia y los profesores y a la que se acude demasiado tarde y por reacción.
Por el bien de nuestros hijos es muy importante recuperar y conservar ese grado de complicidad entre padres y educadores. Sólo desde la visión de ambos como elementos sólidos, firmes y a la vez dialogantes, con el objetivo común de ayudar a crecer desde la autoridad que da un mayor conocimiento, la infancia y la adolescencia tendrán un referente digno siempre de respeto, aún en los casos de aparente desencuentro o discrepancia.

1 comentario:

  1. Venía escuchando las noticias en la radio y una madre ha denunciado a la profesora de su hijo por separarlo en una pelea (al separarlo parece ser que el chico se cayó al suelo) por cierto que le estaba pegando a un chiquillo que estaba agarrado por dos chavales... Y ES LA PROPIA MADRE LA QUE DENUNCIA A LA PROFESORA!!!!!!!!!!!!
    La tele tiene la mitad de la culpa y la otra mitad yo creo que la tienen los horarios de trabajo de los padres que cuando llegan a casa- en el caso de pillar a los niños despiertos-buena gana llevan de educar, discutir, escuchar... a poner gran hermano y a tomar ejemplo....
    Totalmente en sintonía con el artículo...

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