miércoles, 5 de mayo de 2010

LA SUPRESIÓN DE LA EDUCACIÓN FÍSICA EN EL BACHILLERATO

Sucesivos Gobiernos no han visto la necesidad de luchar contra el tabaquismo con medidas legislativas hasta que los gastos derivados de la atención a afectados por EPOC (enfermedad pulmonar obstructivo congestiva) y cáncer superaron a los ingresos fiscales por la venta de cigarros. Aun hoy, también en parte debido a una inercia cultural que los políticos, con el miedo electoralista en el cuerpo, no afrontan, la legislación sobre derechos y deberes del fumador es tan laxa que no tiene en cuenta en absoluto la necesidad de proteger del humo del tabaco a cuantos no quieren envenenarse: no fumadores, embarazadas, niños, camareros...
En el asunto de la integración de la Educación Física en la oferta de actividades escolares dentro del curriculum de bachillerato, mucho me temo que la Administración no ha pensado en cuestionar la absurda supresión de la materia hasta que las voces de alarma sobre el incremento exponencial de la obesidad severa no consigan un eco mayor y los gastos sanitarios derivados de dar asistencia a un porcentaje superior ya al veinte por ciento de la población juvenil no sean constatados cómo insoportables.
Las dolencias derivadas de la gordura llegan para quedarse y son muy graves: hipertensión, diabetes, artritis, ateroesclerosis, insuficiencia cardiaca, problemas circulatorios y respiratorios, cáncer... hasta completar un listado interminable.
Lo grave de la supresión de la actividad física en los tramos de bachillerato es justo la afectación a chicos y chicas viviendo en la etapa del afianzamiento de hábitos que ya los van a acompañar el resto de sus vidas. Los pocos adolescentes que se habían enganchado a una práctica deportiva concreta por formar parte de un club tendrán más fácil la fidelidad a la actividad física. Sin embargo, la gran mayoría llenarán sus horas de ocio con actividades que escasamente comportan el cuidado del cuerpo. Sólo una proporción pequeña de la juventud recupera a lo mejor unos años más tarde el hábito del ejercicio, atraída por campañas municipales muy valiosas, cuando toma conciencia de su forma física paupérrima.
Es una aberración la supresión en el curriculum escolar de un hábito saludable tutelado por personal licenciado en Educación Física. Y no estamos hablando de la necesidad de poner una nota a las habilidades deportivas de nuestros hijos sino de incluir en su vida cotidiana la práctica higiénica de ejercicios y juegos deportivos individuales y de grupo, por los beneficios imprescindibles para el crecimiento armónico que comporta: físicos, emocionales, de desarrollo de pautas de colaboración, capacidad para el esfuerzo, focalización de objetivos, concentración, valoración de las dificultades como oportunidades, mejor respuesta frente a factores de stress y ansiedad, etc., etc., etc.
Uno de los nichos de creación de puestos de trabajo por llenar, en estos años de crisis, está en el área de la Educación Física y la práctica deportiva, que ya tendrían que estar de vuelta en las aulas de Bachillerato. Porque un país que presume de estar en la vanguardia en porcentaje de recursos dedicados a bienestar social no puede permitirse el lujo de educar tomando al individuo como una mente disociada del cuerpo, si no queremos que las residencias geriátricas se llenen, precozmente, de enfermos dependientes, pagando por ello unos peajes materiales e inmateriales que empiezan a dar miedo.

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